Brutalmente suaves
son tus dedos en los míos
mientras te hablo
y tus besos en mi nuca
cuando me callo,
porque terriblemente efímero
es el brillo
que aparece en tu garganta
cada vez que digo una tontería
y tremendamente hermosa
es la risa
que suena en tus ojos
cada vez que digo que te quiero.
Mar Fresno