en lo más profundo de mi alma,
donde nadie me la pueda quitar
y donde me calienta con su llama.
Mi felicidad vive ahí dentro
porque ahí está su casa,
siempre deja la puerta abierta
por si alguien de visita pasa.
La tristeza trajo su maleta,
entró sin llamar al timbre
y la felicidad le hizo un hueco
para que fuese libre.
Y así fueron entrando
los sentimientos en desfile
y mientras la felicidad barría,
no les dejaba echar raíces.
La felicidad convive en paz
con la tristeza profunda que vino
y se cuidan y se miman tanto
que se han hecho amigos.
Mar Fresno
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