y tantas veces que me tiraron
formaron en mi ser heridas
que el silencio y tiempo curaron.
Algunas veces el golpe
rompió mi cuerpo en pedazos
y tuve que recoger uno a uno
los trozos que me importaron.
Logré unir con paciencia
y con cuidado cada cacho
hasta reponerme entera
con mucha fuerza y trabajo.
Mas cada fragmento soldado
dejó en mi piel una seña
con un rastro dorado
trazado en mi alma entera.
Ahora son como huellas
y de mi cuerpo el decorado
que cubre mi corteza por fuera
con signos delicados.
Mar Fresno