con mis manos y esfuerzo,
y he decorado el altar
con todos mis truenos.
Viendo mi templo tan grande,
entraste un día de tormenta,
te pusiste cómodo y echaste
todos mis truenos fuera.
Te expliqué que mi tronada
para mí no es ordinaria
y que si me dabas tiempo
verías que es como magia.
Tú no quisiste descubrirlo
y yo dejé que te quedaras
hasta que lograste destruir
el templo que me guardaba.
Mar Fresno
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