Algunas veces coincidían sus miradas. Solo duraba unos segundos, siempre se echaban atrás. Eran dos locos, locos solo por dentro, por lo demás dejaban entender que eran cuadriculados. Casi perfectos. Parecía que no tenían tiempo para intercambiar muchas miradas más y por eso nunca se acercaron. Ella soñaba con el día que sería capaz de decirle que se moría por conocer de cerca su mirada, temía que fuese demasiado tiempo. Él nunca lo supo, no se fijaba, pero estaba ansioso por tenerla entre sus brazos.
Nunca conoció sus labios, nunca ni por segundos. Acabaron por olvidarse y siguieron cada uno su camino, sin mirar atrás.
Tal vez el destino tenía razón, había magia entre esas dos miradas. Nadie se dio cuenta antes. Ahí es donde entro yo en la historia.
"Se separaron y tomaron caminos opuestos, pero olvidaron que el mundo era redondo."
Mar Fresno
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