Ayer me pillaron bailando mis sueños, no era ningún tango ni un vals siquiera. Era él.
Es pesimista, sí, pero luchador. Sabe lo que quiere aunque no sepa que lo sabe. Es el baile que improvisa su propia existencia. Es un baile tan espontáneo que la música se ve obligada a adaptarse a él. A mí me encanta bailarle.
Hace de cada paso algo suyo y consigue que todo suene mejor de lo que verdaderamente es. Él es el baile, no el bailarín, por eso le gustaría poder bailar como hacen con él. Es prueba de que puedes saber sin hacer, a eso se dedica.
Mueven los brazos con su presencia y consigue que los corazones de los bailarines latan al mismo tiempo que el suyo, que su ritmo. Mueve sin moverse, porque inspira sin pensar.
Pero de tantos buenos, malos hay, y este chico también consigue que toda desgracia suene peor. Hace que las espinas parezcan más grandes que la flor. Puede dejarte sin argumentos, sin formas de cambiar su opinión. Puede hacerte llorar y puede hacerte caer.
Pone a prueba mi optimismo y por eso es mi baile favorito.
Mar Fresno
No hay comentarios:
Publicar un comentario