Me dan miedo los monstruos bajo la cama, los muertos en el armario y los ladrones tras las puertas. Pero más aún, temo perderte para siempre.
No quiero nada sin ti.
Sin atisbar tus ojos lúcidos y tu risa nerviosa. Sin tus manos grandes, tu delirante cabeza llena de locuras y el soportable desparpajo que tanto adoro en ti. Y sin yo, contigo, sin nosotros.
Te vas, y me dejas sin tenerte, queriéndote y añorándote.
Tiemblan mis manos en el cristal... Te miro pensando que ahora eres tú quien se va... "Desde tu marcha he descubierto que la soledad es una caprichosa amante"... Lo soy, pero tú fuiste siempre el motivo. La única razón por la que me pasaba horas discutiendo hasta que caíamos rendidos. Por la que me agarraba a tu mano y te pedía que condujeras más despacio y mirases adelante. Y sin duda eras tú la raíz de todos los ataques de celos que me habitaban. Tú, mi capricho.
Te vas, y me dejas sin tenerte, queriéndote y añorándote.
Cuando te vayas, deja la ventana abierta, para que entre el sol por la mañana. Dame un beso en la frente mientras siga dormida, escríbeme una carta de despedida para llorar tu ausencia sin sentirla. Y vuelve todas las noches a pintar mis sueños con tus canciones y tus globos.
Llévame contigo y mátame ahí, a mí, esperando a que vuelvas.
Llévame contigo y mátame ahí, a mí, esperando a que vuelvas.
Mar Fresno